jueves, 27 de septiembre de 2012

Esos minutos entre mi enojo y tu indiferencia

Ahora podría por ejemplo, hacerte una “Escena” como si el vuelco de la tristeza se tratara de una actuación previamente aprendida y guionada, y no el galope desbocado del corazón. Podría ignorarte y mirar de reojo esperando tu reacción, que venga y enamore. Podría hacer “Sana Sana colita de rana” y olvidarme y seguir. Seguir, como si la vida fuera un camino trazado previamente con señales claras por donde doblar y donde cambiar el rumbo. Otra opción podría ser ponerme tacos, si, tacos, pintarme la boca del color que odias, y salir a pasear, sintiéndome más bella y más mujer, más fuerte que nunca... O bien comprar helado de frutilla, comerlo del pote llorar hasta dormir, y cuando me levante, veremos que pasa... Nada ha sido sencillo, ni nada lo será. Al final te escribí todo esto que no vas a leer jamás, en las horas subsiguientes voy a discutir en mi mente con vos, con los mejores argumentos y finalmente seguiré pensando que hacer mientras vuelves.

2 comentarios:

Martin Pannari dijo...

Esto me dio para pensar en todas esas cosas, esas opiniones, esos descargos, esas conclusiones que logramos hacer en algún momento, pero que quedan ahí, en nuestro interior.

Anónimo dijo...

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